El emblemático Hotel Colón se ha convertido en este fantástico cinco estrellas, finalista de los Premios Condé Nast Traveler 2025 en la categoría de Mejor Hotel Urbano y una parada obligada en tu próxima visita a la Ciudad Condal.

Lamaro Hotel es la prueba fehaciente de que cualquier tiempo pasado no tiene por qué ser siempre mejor (aunque el listón esté alto) si las nuevas etapas se afrontan con respeto al legado recibido y con ilusión hacia el futuro que está por venir. Este alojamiento ha iniciado una nueva y emocionante era de la mano de los sobrinos nietos de su fundador, Antonio Lamaro.
Se trata de una transformación ambiciosa con el objetivo de posicionar al hotel como un referente de lujo contemporáneo en el casco antiguo de Barcelona. Y la elección de su nuevo nombre no solo rinde homenaje a su fundador, sino que simboliza una apuesta por la continuidad, el refinamiento y el compromiso con la ciudad, con la que ha mantenido un estrecho vínculo desde sus primeros días.

Lujo silencioso
El empresario italiano, enamorado de las callejuelas llenas de historia y encanto del barrio Gótico de Barcelona, inauguró el Hotel Colón en 1951 y pronto se convertiría en un lugar de referencia que acogió a figuras como Tennessee Williams, Sophia Loren, Ernest Hemingway o Joan Miró.
Ahora su diseño interior ha sido completamente renovado por el prestigioso estudio Espai 31 y el alojamiento ha ascendido a la categoría de cinco estrellas, combinando su rica herencia con un concepto de lujo contemporáneo, ese que huye de la opulencia para centrar todos sus esfuerzos en la hospitalidad y los detalles. En palabras del equipo detrás de su rebranding: “El lujo no grita, susurra. Se siente en la calidez del servicio, en el diseño que invita a quedarse y en los pequeños momentos que hacen que un espacio se sienta como en casa”.

El vínculo con Barcelona
Con una ubicación imbatible frente a la Catedral de Barcelona, Lamaro Hotel es una pieza fundamental del tejido urbano. Aunque lo cierto es que de puertas para dentro se convierte en un remanso de paz que contrasta con la energía de la plaza. Sus 125 habitaciones destacan por su estética moderna, una gran comodidad y unas vistas espectaculares, invitando a los viajeros a conectar tanto con la ciudad (algo que siempre ha constituido el alma del proyecto) como con ellos mismos.

Una relación con Barcelona que también se produce en algunas de sus zonas comunes. Mediante el paladar en su restaurante Catedral 1951, donde se sirve una gastronomía con alma catalana e inspiración mediterránea. Su carta combina ingredientes de proximidad y técnicas contemporáneas para ofrecer una experiencia culinaria que celebra la tradición de esta tierra con un enfoque moderno. Desde platos emblemáticos reinterpretados, hasta creaciones innovadoras, la propuesta refleja esa misma esencia del lujo silencioso que reina en todo el hotel.
También se conecta con Barcelona a través de la vista en su terraza l’Àtic, que ofrece una panorámica impresionante de la Catedral. Es el lugar ideal para disfrutar de una copa o un cóctel mientras se contempla la puesta de sol sobre la ciudad. Con un ambiente relajado pero sofisticado, este espacio promete convertirse en un punto de encuentro tanto para huéspedes como para el público local que busca escapar del bullicio.

De esta forma, Lamaro Hotel ha comenzado a escribir un nuevo capítulo de su ya de por sí fascinante historia. Una historia que no acaba aquí, ni mucho menos, ya que su relanzamiento es solo el comienzo de una nueva etapa para la familia que lidera el proyecto. En 2026 está prevista la apertura de un segundo hotel en las inmediaciones, consolidando su presencia en el corazón de la metrópoli. Se refuerza así el compromiso de la compañía con la ciudad y su visión de convertir el barrio Gótico en el epicentro de la hospitalidad moderna. Ya era hora.