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Destino

Los 7 lugares más sagrados del planeta (para las religiones mayoritarias)

Aunque por tradición católica muchos celebran la Navidad, no hay que olvidarse de que existen otras religiones mayoritarias, que también cuentan con lugares de culto y peregrinación

Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas, Jerusalén

En el corazón del territorio conocido como Tierra Santa se encuentra el que podría ser considerado el lugar más sagrado del mundo: el Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas. Una plaza de casi 15 hectáreas contenida por cuatro muros (el Muro de las Lamentaciones es el occidental) en la ciudad antigua de Jerusalén en la que convergen las religiones judía, cristiana y musulmana.

En este monte Abraham preparó el sacrificio de Isaac. Fue el lugar elegido por el gran rey David (sí, el de David y Goliat) para asentarse y formar el Reino de Israel, donde, según la Biblia, el pueblo judío estaría destinado a vivir. El rey Salomón construyó un primer templo hebreo –que albergaba el Arca de la Alianza– y Herodes el Grande un segundo, del que, según el Nuevo TestamentoJesús de Nazaret expulsó a los mercaderes, lo que provocó su crucifixión y muerte en el cercano Monte de los Olivos.

Y, por si fuera poco, tras invadir la ciudad, los persas levantaron otro santuario en la zona: la Cúpula de la Roca, un magnífico monumento arquitectónico islámico del siglo VII erigido sobre un inmenso lecho de roca desde el que, según la tradición musulmana, Mahoma ascendió a los cielos tras ser reclamado por Alá.

Lalibela, Etiopía

Ocultas en la orografía montañosa de Etiopía se encuentran las iglesias de la Lalibela, un conjunto arquitectónico formado por una docena de peculiares templos cristianos (algunos en forma de cruz) que, en lugar de haber sido construidos hacia arriba, fueron escarbados hacia abajo en un lecho de roca basáltica.

En estas iglesias monolíticas los rituales religiosos están mucho más ligados al Antiguo Testamento que al cristianismo practicado en el mundo occidental, y eso que Etiopía es una de las naciones más antiguas del mundo en adoptar esta religión como oficial, un hecho que hace que cada año miles de peregrinos de la iglesia ortodoxa etíope acudan a ellas a rezar.

Se cree que fueron mandadas tallar entre el siglo XII y XIII por el rey Lalibela, emperador de Etiopía, después de que este hubiera estado en Jerusalén antes de que los musulmanes tomaran la Ciudad Santa. Y, según el Kebra Nagast, el antiguo Libro de la Gloria de los Reyes de Etiopía, el Arca de la Alianza, la caja de oro que contiene los Diez Mandamientos, habría estado custodiada en ellas, después de que Menelik I, hijo del rey Salomón y la reina de Saba, la hubiese traído a Etiopía en el siglo IX desde Jerusalén. La Meca, Arabia Saudita

Mahoma, el fundador del Islam, considerado por los musulmanes como el mensajero de Dios, nació en el año 570 en la Meca, por aquel entonces un próspero eje comercial al que llegaban por tierra los productos de la India y Asia y desde el que partían en barco en dirección a Egipto.

En la que es la principal ciudad de la región del Hiyaz, en la actual Arabia Saudita, el profeta recibió su primera revelación, por ello los musulmanes rezan en dirección a la Meca cinco veces al día y han de peregrinar al menos una vez en la vida a ella (el hach es el quinto de los llamados pilares del islam).

En ella se encuentra la Gran Mezquita, el lugar de adoración más sagrado para los musulmanes, cuyo corazón está ocupado por la Kaaba, una estructura de granito en forma de cubo que mide más de 10 metros de alto y de ancho y que, según la tradición islámica, fue construida por Abraham (figura que sirve de patriarca tanto a musulmanes como a judíos).

Recubierta por una tela de seda negra y textos del Corán escritos en oro, la Kaaba ha de ser rodeada siete veces en dirección contraria a las agujas del reloj por los peregrinos, quienes deben mostrar reverencia a la piedra negra incrustada en uno de sus laterales (entregada por el arcángel Gabriel).

Varanasi (Benarés), India

Siete son las ciudades sagradas de peregrinación del hinduismo en la India, a donde se pensaba que descendían los avatares de las diferentes deidades. Se conocen como Sapta Puri y los fieles creen que al hacer una peregrinación a ellas se alcanza el estado de moksha, o la salvación del ciclo de vida-muerte (así se libera el hombre de las ataduras del karma).

Varanasi (Benarés), antiguamente conocida como la ciudad santa de Kashi, es una de ellas y cuenta con miles de templos, muchos de ellos dedicados a Lord Shiva, el ‘dios que destruye y renueva el universo’ y figura destacada en el Mahabharat (la epopeya mitológica más antigua del mundo), quien la habría construido con sus propias manos.

Situada a orillas del Ganges, río sagrado al que los indios van a morir (en la margen izquierda) para finalizar el ciclo de reencarnaciones, la ciudad cuenta con 88 ghats, las gradas de piedra donde los peregrinos van a rezar y a lavar sus pecados tras meterse en el agua. Algunos se utilizan exclusivamente como crematorios (los niños pequeños, las embarazadas y los santos son almas puras que no necesitan el fuego purificador, por lo que sus cadáveres flotan en el agua) y las cenizas de los difuntos se echan en el agua, lo que no es impedimento para que los más religiosos la beban, purificada por Maa Ganga, diosa del río Ganges.

Árbol Bodhi, India

La gran higuera que hay junto al templo budista de Mahabodhi, en Bodh Gaya, no es el árbol original bajo el que el príncipe Siddhartha Gautama se sentó a meditar y alcanzó la iluminación espiritual que lo convirtió en Buda, ‘el iluminado’. Tissarakkhā, la esposa del emperador Aśoka de los maurya, lo mandó envenenar en el siglo III a.C. debido a los celos que le provocaba la atención que le prestaba su marido, recién convertido al budismo.

Y, aunque aseguran que el ejemplar de la especie ficus religiosa hasta el que peregrina los budistas es un descendiente directo del árbol primigenio, este ha sido talado en más de una ocasión y sustituido por otro (parece ser que el último lo plató el arqueólogo británico Alexander Cunningham en 1881).

El Árbol Bodhi, junto al que se construyeron el Templo Mahabodhi (o del Gran Despertar) y el monasterio Bodhimanda Vihara, es uno de los cuatro principales lugares de peregrinaje del budismo y cada 8 de diciembre se celebra el Día del Bodhi o Rohatsu frente a él, una fecha conmemorativa en la que se aprovecha para leer textos budistas y realizar una meditación grupal y a la que muchos se refieren como la Navidad budista.

Templo Dorado, India

El Templo Dorado de Amritsar, cerca de la frontera con Pakistán, es el gurdwara o lugar de culto más importante del sijismo, una nueva religión fundada en el siglo XV –que abogaba por el fin del islamismo y el hinduismo– por el Gurú Nanak Dev Ji, el primero de los diez gurús sijes.

Este gurdwara, construido en el siglo XVI, ha sido destruido y reconstruido en varias ocasiones y, además de ser un lugar de reunión y adoración, también tiene una importante función comunitaria, ya que no hay que olvidar que los tres pilares del sijismo son: practicar la meditación divina y cantar el nombre de Dios cada día, ser amo de casa y compartir el dinero con la comunidad.

Los sijes han de visitarlo al menos una vez en su vida, lo que provoca que cada día miles de personas crucen la pasarela construida sobre el agua que conduce al edificio de mármol blanco y láminas doradas que parece flotar sobre la piscina del amrit (que da nombre a la ciudad y significa ‘néctar’) para mostrar sus respetos al antiguo libro sagrado Gurú Granth Sahib ubicado en su interior.

Santuario Itsukushima, Japón

El sintoísmo, que proviene del término shinto (‘camino de los dioses’), adquirió esta nomenclatura china durante el siglo VI para diferenciarse del budismo (butsudo) que había llegado a Japón desde China. Pero en realidad la considerada religión nativa del país existía desde muchos siglos antes, hay quienes incluso sitúan su origen en la prehistoria japonesa. Y tiene todo el sentido, ya que su sistema de creencias está basado en la reverencia hacia los seres espirituales (kami) que se encuentran en la naturaleza (montañas, ríos, etc.); también se venera a los ancestros.

Cuando los sintoístas consideraban un espacio sagrado (keidai) habitualmente prohibían su entrada a él y lo convertían en un santuario, como el conocido (y visitable en la actualidad) Santuario Itsukushima, situado sobre el mar en la isla de Miyajima, muy cerca de la ciudad de Hiroshima.

Lo reconocerás por su fotogénico torii (puerta ritual que separa el mundo de los espíritus del mundo humano), pero en realidad está formado por más de medio centenar de edificios (si contamos las construcciones anexas). Su estilo arquitectónico Shinden corresponde al periodo Heian de la historia japonesa (de los años 794 a 1185)

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